El 6 de febrero de 1949 quedó marcado a fuego en el automovilismo nacional por el triunfo que logró bajo una intensa lluvia el «Aguilucho» Oscar Alfredo Gálvez con el Alfa Romeo 308 en las calles de los bosques de Palermo, e imponiéndose sobre los ases europeos que asistían a las Temporadas Internacionales que organizaba el Automóvil Club Argentino desde 1947.
La proeza del ídolo automovilístico se dio un año después de haber perdido la posibilidad de lograrla cuando en una detención para cargar combustible un desconocido lo golpeó en la boca, provocándole una herida leve y además el equipo pierde un tiempo considerable para destapar un depósito de aceite, retrasándolo en boxes y viendo cómo esa victoria pasaba a manos de Luigi Villoresi (Maserati) y él era su escolta.
Con una multitud que bordeó el circuito de 4.865 metros desde muy temprano, y se mantuvo estoica ante las persistente precipitación que acompañó aquél domingo, en el cual Gálvez fue observando que adelante suyo quedaba «uno menos» cuando se retrasaban Villoresi (hizo la «pole») y Juan Manuel Fangio (quien había ganado en la carrera de Fórmula Libre con el Volpi Chevrolet), por despistes, y Alberto Ascari (Maserati), que abandonó por un principio de incendio, y así consiguió prevalecer por primera vez en nuestras tierras ante los pilotos experimentados.
Fangio fue su escolta con una de las Maserati que inscribió el ACA, a dos vueltas, en el tercer lugar arribó el uruguayo Eitel Cantoni, a tres giros de Gálvez, superando a Adriano Malusardi (también integrando el equipo del ACA), y el príncipe Bira de Siam (hoy Tailandia), todos con Maserati.
Cabe señalar que Gálvez fue el primer bicampeón argentino en una temporada, al conseguir en ese año 1949 los títulos de Turismo Carretera con Ford y Pista con Alfa Romeo.
Fotos: Gentileza El Gráfico / Museo Fangio