Hasta Valentino Rossi tiene ídolos. El hombre que es sinónimo del motociclismo y llevó al deporte de las dos ruedas a niveles nunca ante pensados en todo el planeta, finalmente, se encuentra frente a un círculo perfecto. Hay que repasar la niñez del italiano que se retiró oficialmente como piloto el año pasado tras 25 temporadas en el Mundial para encontrar los detalles.
En sus primeras temporadas, este carismático jovencito se hacía llamar «Rossifumi«. Esta especie de homenaje era la dedicatoria que Valen tenía con el piloto japonés Norifume Abe. Incluso antes de irrumpir en el mundial dentro de la categoría de 125cc, Rossi vio el debut de Abe en 500cc durante el recordado GP de Japón de 1994 en que lideró siendo un invitado. La heroica carrera terminó en un impresionante vuelco del nipón a poco del final, pero esto generó una fascinación especial al italiano.
Un par de año después, Rossi conoció a Norifume, su ídolo de las pistas. Y el paso del tiempo le convirtió en ‘Il Dottore’ de las maniobras milimétricas, propias de un cirujano. Ambos resultaron ser inspiración para los jóvenes, que hoy terminan un círculo de idolatría con la novedad de que en la Academia VR46 que lleva adelante Rossi se incorporó Maiki Abe, hijo del mítico Norifume fallecido en 2009 por un infortunado accidente de tránsito.
El japonés disfrutó al máximo y contó que «me motivó mucho para unirme a su equipo en el futuro. Estoy satisfecho con todo lo que he aprendido durante el campus«. Aseguró que «conocer a Valentino Rossi fue algo que nunca olvidaré«, describiendo el momento diciendo que «cuando estuve delante de él me di cuenta de que era el que veía por televisión y no me parecía real«.
Con nueve coronas mundiales, 199 ascensos al podio de los que 115 fueron triunfos, Rossi se despidió de los manillares de MotoGP pero se encarga en persona del proyecto de jóvenes talentos. Y con este hecho, ocurrido unas pocas semanas atrás, cerró un emotivo círculo para cualquier deportista.
