Rubén Luis Di Palma, siempre presente

Cumpliendo un nuevo año de su desaparición física, con el accidente sufrido en el año 2000, la figura del gran piloto se agiganta.

Rubén Luis Di Palma, uno de los mejores pilotos en la historia del automovilismo argentino, dejó una huella profunda en el deporte. El sábado 30 de septiembre del año 2000 se apagó esa luz, dejando 55 años de inolvidables anécdotas con la trágica caída del helicóptero Bell en el que hacía sus viajes, esa vez cerquita de Carlos Tejedor.

Ganador en el Turismo Carretera desde muy joven (19 años), dueño de una imaginación envidiable y la pericia para concretar cualquier anhelo por más complejo que pareciera, consiguiéndolo con cuatro marcas: Chevrolet, Dodge, Torino y Ford, en los caminos y circuitos de nuestro país.

Dúctil con su manejo, también se destacó en mononopostos, corriendo y siendo campeón argentino en F1 Mecánica Argentina y Sport Prototipo, además de competir y vencer en Fórmula 2 Argentina y Codasur, Turismo Competición 2000, Club Argentino de Pilotos, Top Race y alguna participación esporádica de TN.

En el exterior fue integrante de la Misión Argentina con los Torino en las 84 horas de Nürburgring de 1969, corrió en las 24 horas de Le Mans de 1973 a bordo de una Ferrari con Néstor Jesús García Veiga, con quien también participó en las 6 horas de Watkins Glen de ese año; en 1974, fue convocado por Oreste Berta para correr con un Berta Ford en la Fórmula 5000 de Estados Unidos y en 1975 fue uno de los cinco pilotos convocados por Ford Brasil para competir en el lanzamiento del modelo Maverick.

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