Rubén Luis Di Palma, uno de los mejores pilotos en la historia del automovilismo argentino, dejó una huella profunda en el deporte. Ni con los 24 años que hoy se recuerdan de su partida, ni en muchos más, se podrá pasar por alto su inigualable legado.
Ganador en el Turismo Carretera desde muy joven (19 años), dueño de una imaginación envidiable y la pericia para concretar cualquier anhelo por más complejo que pareciera. El sábado 30 de septiembre del año 2000 se apagó esa luz, dejando 55 años de inolvidables anécdotas con la trágica caída del helicóptero Bell en el que hacía sus viajes, esa vez cerquita de Carlos Tejedor.