Las reglas de la Fórmula 1 han sufrido una gran cantidad de modificaciones a lo largo de su historia. Desde reglamentos técnicos hasta deportivos, pasando por una gran cantidad de situaciones que a los pilotos les permitían cambiar el rumbo de su carrera de un momento a otro y hoy podrían ser increíbles de aceptar.
En la década del ’50 estaba arraigado más que nunca el hecho de que las carreras son de autos, manejados por pilotos. En ese entonces, y por varios años más, se permitía que, si un piloto debía abandonar, podía continuar con el auto de otro compañero en carrera.
Juan Manuel Fangio lo pudo hacer en reiteradas ocasiones y una de las más recordadas es en la definición del título de 1956. Sin embargo, al inicio de ese año se produjo la segunda y última victoria en la que El Maestro de Balcarce llegó a la línea de meta con un auto que no era con el que había largado.
El 22 de enero de 1956, precisamente en el Grand Prix de Argentina, Fangio hizo su debut oficial con Ferrari tras dos años y respectivos títulos con la flecha de plata de Mercedes. Sin embargo, el estreno con la marca italiana no sería de la mejor manera, o sí.
El Chueco largó desde la pole position tras haber marcado una vuelta de 1:42,5s en la clasificación, sacándole más de dos segundos a Castelotti que partió en segundo lugar. Pese a eso, en la vuelta 22 sufrió inconvenientes con la bomba de nafta de la Ferrari y debió abandonar. El comienzo de la temporada pudo haber terminado ahí para él, pero su compañero Luigi Musso tenía la respuesta a su problema.
En el giro 30 el italiano decidió cederle su coche número 34 para que Fangio pudiera seguir en carrera frente a su gente. Esto finalmente fue la decisión más acertada para ambos, ya que el nacido en Balcarce terminó en primer lugar y, por si fuera poco, marcando el récord de vuelta en el giro 42.
Esta primera victoria fue una de las tres que logró ese año al mando del auto rojo, que le permitieron llevarse el título. Pero, ¿cómo se entregaban los puntos en esos casos? Por ganar la carrera al auto le correspondieron 8 puntos, pero como fue pilotado por dos hombres le correspondía la mitad a cada uno. Además, un punto extra por lograr la vuelta rápida en carrera.
Curiosamente, Musso nunca antes había ganado un Gran Prix y nunca volvió a ganar en el futuro, por lo que la decisión de darle su auto a Fangio se podría catalogar como la mejor de su carrera, al menos desde lo individual. Y, de hecho, ese año terminó con cuatro puntos, los cuatro que compartió en esa primera fecha.
Esa actitud de compañerismo le dio a Fangio cinco unidades desde el arranque que serían clave también en la ajustada definición del campeonato cuando, una vez más, terminó el GP de Italia con un abandono y el posterior uso de otro monoplaza Ferrari. En ese caso, Peter Collins le cedió su auto aun cuando el británico todavía tenía chances matemáticas de quitarle el campeonato al Chueco.
Esta situación también permite entender por qué, en un deporte tan complejo como el automovilismo, es imposible comparar pilotos de diferentes épocas. Cantidad de carreras, seguridad de los autos, de los circuitos, tecnología y una larga lista de puntos que nunca permitirán establecer realmente quién fue el mejor.