La oficina de patentes de Mannheim, otorgó el 29 de enero de 1886 la patente N°37.435 “para automóviles de motor a gas” a Karl Benz, quien registró su vehículo de tres ruedas, luego que se realizaran varios procedimientos y estudios para entrega el dominio “coche a motor patentado por Benz”. Con ello se declaró el nacimiento del automóvil.
Benz, quien dirigía una fábrica de motores en Mannheim, Benz & Cie, fue desarrollando un motor rápido de combustión. El mismo contaba con una potencia de ⅔ de CV, a 250 RPM, pesaba 96 kilos y tenía encendido eléctrico. Durante la primera etapa de pruebas, el aparato solo recorría con autonomía unos cien metros, por lo tanto había que empujarlo para que nuevamente funcionara.
Además, por su estruendoso ruído los caballos se encabritaban, los vecinos se quejaban y la policía le prohibía a Benz seguir experimentando en la ciudad. Con todas esas adversidades, en donde ya había armado tres a coches, hizo que desistiera de continuar con el proyecto y cesó con los desarrollos, dejando a uno de esos vehículos en algún rincón del taller.
En 1888, Bertha Benz, su esposa, lo impulsó a que retome sus desarrollos, y para ello realizó junto a sus hijos Eugen y Richard, quien fue el conductor designado, un viaje en “secreto”, aprovechando las vacaciones estivales, y desde Mannheim tripularon el triciclo hasta Pforzheim, 105 kilómetros, para visitar a su madre, por los polvorientos caminos de fines de siglo XIX.
La propia Bertha debió acudir a la fuerza con sus hijos para empujar el vehículo en varios tramos del camino, debido a los inconvenientes, y también ser mecánica. Así, debío limpiar el carburador con un alfiler de su sombrero, y cubriendo con sus ligas unos cables de las bujías.
En los diferentes pueblos se detenía y contaba con la colaboración de los habitantes. Le solicitó a un zapatero que le agregara lonjas de cuero a los frenos; a un farmaceútico le compró solvente para utilizarlo como combustible, y a un herrero la repararación de las cadenas. Además, de los pozos y manantiales, renovaba el agua cada 20 kilómetros.
Superando todas esas situaciones, y tras ¡12 horas! pudieron llegar a Pforzheim. Desde la oficina de correos Bertha le envió un telegrama a su marido, Karl, y pasó la noche con su madre, para al otro día emprender el regreso.
Luego de esta “prueba piloto”, Bertha lo instó a Benz a que presente el modelo en la Exposición de Maquinaria de Münnich. Su exhibición generó sensación, admiración e interesados en comprarlo. Según algunas referencias, Emilio Roger, un ingeniero parisino, lo adquirió y se lo revendió a Panhard y Levassor, que sobre esa base fabricó sus posteriores modelos… antes que Benz.
A 100 kilómetros, un futuro socio pensaba lo mismo
En Cammstatt, a unos cien kilómetros de Mannheim, Gottlieb Daimler trabajaba con su propio coche, pero de cuatro ruedas, una evolución del “Reitwagen” (vehículo montable), la primera motocicleta fabricada en 1885 de combustión interna, en sociedad con Wilhelm Maybach, motor patentado con el N°28.022.
Daimler, construía al mismo tiempo que Benz un automóvil, pero de cuatro ruedas, con una palanca de dirección, correa de transmisión y caja de cuatro velocidades, logrando una velocidad de 18 Km/h.
Para comercializarlo, en 1890 se fundó Daimler Motoren Gesellschaft, que nueve años después fabricó el primer coche con la marca Mercedes.
En 1926, Benz y Daimler fusionaron sus nombres, y nació Daimler-Benz, teniendo como emblema la estrella de tres puntas, y siendo reconocida mundialmente con sus productos Mercedes-Benz, desde su fábrica de Stuttgart.
