Al margen de los sucesos estrictamente deportivos de cada fin de semana de competencia, el Turismo Carretera acaba de vivir la semana más importante desde la intempestiva implementación de la Copa de Oro, en agosto de 2008. Es que la ACTC finalmente oficializó que la renovación de modelos será una realidad. Y hasta le puso fecha: comenzará en 2024, cuando el Chevrolet Camaro y el Ford Mustang (y tal vez el Dodge Challenger y una reversión del Torino) compartan las pistas con los autos actuales.
La llegada de Toyota al Turismo Carretera en 2022 produjo un auténtico cimbronazo, pero no afectó el objeto de deseo de los hinchas de las 4 marcas tradicionales, ya que el auto que apoyan fecha a fecha no sufrió variaciones. Ahora la situación es muy distinta: están ante un escenario que plantea un cambio que, con el tiempo, dejará atrás a las máquinas que forjaron ídolos, alegrías, tristezas, hazañas y decepciones en los últimos 52 años.
Como todo cambio, esta renovación genera resistencias. Sobre todo en los hinchas. Y más aún porque, a diferencia de lo que sucedió cuando en la década del ‘60 del siglo pasado las cupecitas sucumbieron ante las mejores prestaciones de los autos compactos, esta vez se trata de un cambio impuesto por la dirigencia y no de un proceso de transformación “natural” del parque como ocurrió hace casi 6 décadas.
Entre los que se oponen a la llegada de los nuevos modelos al Turismo Carretera, una de las principales críticas es que, con este cambio, la categoría más popular del país perderá su esencia, o al menos parte de ella. “Me cuesta imaginar otro TC”, reconoció Agustín Canapino cuando fue consultado por Campeones respecto de la modernización en ciernes.
Sin embargo, el “Titán” admitió que “la renovación tenía que llegar” en algún momento y dio su aprobación siempre y cuando no se afectara lo que él considera el ADN de la categoría: las características técnicas del auto (las gomas, la no utilización de la dirección hidráulica, la potencia y el sonido) y el formato deportivo del fin de semana de carrera.
Alejandro Iuliano, responsable del Departamento Técnico de la ACTC, aseguró en diálogo con Campeones que los nuevos autos mantendrán todas esas características que resalta Canapino. Claro que para muchos hinchas -por el valor simbólico que tienen el Falcon, la Chevy, la GTX y el “Toro”- esto no será suficiente. No sólo porque muchos de ellos tienen (y veneran) o tuvieron uno de esos mismos autos de calle sino porque vieron a sus ídolos llevarlos a la victoria en el Turismo Carretera, con todo lo que eso representa en términos sentimentales.
Y si bien nadie desconoce que los actuales TC no tienen nada que ver con los coches que compitieron hasta fines de la década del ‘90 en la categoría y mucho menos con los originales, siguen calando hondo en el sentir más genuino del hincha y han sido parte constitutiva del folklore “teceísta” por más del 60% de su existencia. En contrapartida, los Mustang y Camaro -aunque tienen líneas más modernas y deportivas- no forman parte de la vida cotidiana del hincha promedio del TC.
No está aquí en discusión si esta renovación afectará la popularidad del Turismo Carretera, algo que ni siquiera sucedió cuando dejó la ruta, el elemento que le dio vida. Lo que sí está en debate es si una parte de esencia apasionante que tuvo el TC en las últimas 5 décadas dará a paso a otra distinta, con lo que eso significa, completando así un proceso que empezó en 1997, cuando la categoría se recluyó en los autódromos, y continuó en 2015, cuando estandarizó sus estructuras tubulares y adoptó los motores multiválvulas.
Imagen de portada: Bricco Design