La obra maestra de Juan Manuel Fangio en Nürburgring

Se cumple un nuevo aniversario de aquel 4 de agosto de 1957 donde el múltilple campeón argentino logró un triunfo formidable a bordo de la Maserati 250F.

Como para coronar una trayectoria llena de gloria, llegó aquel 4 de agosto de 1957 la última conquista de Juan Manuel Fangio en la Fórmula 1. Una proeza, no solo por la victoria en sí -que significó su 24º en la máxima categoría- ni por el hecho de conseguirlo en Nürburgring, sino por cómo se dio aquel triunfo es que se recuerda una verdadera hazaña en tierras alemanas del «Chueco».

Con tres victorias y un abandono llegaba el balcarceño a la antepenúltima cita del calendario. Después de haber hecho la «pole position» por vez número 27, y a bordo de la Maserati 250F, el desafío se trataba de 22 de vueltas sobre el circuito de 22,81 km.

Pero más allá de este primer lugar en la clasificación, el panorama lucía positivo para Ferrari. Y es que la resistencia de los duros neumáticos Englebert hacía que no fuera necesario hacer cambios durante la disputa, ni tampoco debían recargar combustible. Así las cosas, Fangio salió a hacer su mejor carrera en busca de aventajar lo máximo posible antes de pasar por boxes a Mike Hawthorn y Peter Collins, pilotos de la Scuderia.

Y después de permanecer detrás de las máquinas italianas en los dos primeros giros, el múltiple campeón tomó la punta para cumplir aquel cometido. Entre aquella tercera pasada y la undécima de carrera, Fangio logró una distancia de treinta segundos a su favor sobre las Ferrari que parecía suficiente de cara al ingreso a boxes.

Y allí llegaron las complicaciones. El trabajo de los mecánicos para cambiar los Pirelli de la Maserati se demoraba más de lo ensayado, provocando que en el regreso a pista, el argentino haya visto esfumarse la diferencia a favor para pasar a estar a 48 segundos de los ahora líderes de la disputa.

Los giros posteriores, Fangio fue al límite. En cada curva, buscó el frenaje más allá de los habituales puntos de referencia, con el objetivo de acortar al máximo la distancia con los punteros. Y así lo exhibían los números, con tres récords de vuelta consecutivos hasta la vuelta 19, que lograban dejarlo ahora a sólo catorce segundos de los autos de Hawthorn y Collins.

Una vuelta más tarde, Fangio ya estaba pegado a Collins, a quien supera en la anteúltima pasada luego de un duelo donde el británico debió ceder ante la presión de Fangio. Así, sólo quedaba Hawthorn por delante. Y llegando a la curva de Breitscheid, comienza a coronar la hazaña con un sobrepaso que le devolvió la primera posición. Puesto que supo mantener y ventaja que amplió para llegar a la meta con más de tres segundos a su favor.

«Nunca pensé que podría ganar esta carrera, pero me arriesgué por primera vez en mi vida» declaró posteriormente el «Chueco» en alusión a aquella tremenda victoria, digna de un campeón de su talla. En Pescara y Monza, Fangio completaría la temporada 1957 consagrandose por quinta vez como campeón mundial, un récord absoluto que ostentó durante más de cuarenta años.

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