Lastre Hándicap: Más de tres décadas de peso en nuestro automovilismo

Con variantes, aceptada unas veces y rechazada otras, la penalización con kilos por triunfos fue implementado en nuestra actividad desde prinicipios de los años noventa.

¿Es una regla que atenta contra la esencia del automovilismo y penaliza a quien hace mejor su labor y consigue destacarse? Desde hace tres décadas el lastre hándicap con kilos es parte de las competencias automovilísticas de nuestro país, a fin de equiparar la performance de los autos en las variadas categorías nacionales y regionales.

¿Equiparar o disfrazar un reglamento técnico que algunos le sacan mayor y mejor provecho que otros? Muchas veces, motivado por los altos costos de un desarrollo mecánico en un país inestable económicamente como Argentina, se ha optado en buscar nivelar por este sistema como medida más viable.

Como en su momento se refirió Leonel Pernía, las declaraciones de Agustín Canapino en Río Cuarto, durante el fin de semana de TN Clase 3, abrió un nuevo debate sobre si este sistema de «compensación» debe continuar implementándose en el automovilismo.  «Es lo peor que le podés hacer a una carrera de autos porque nada de lo que pasa es real. Los que se merecen estar adelante no pueden estarlo y uno se mata laburando para esto. No es justo«, apuntó el arrecifeño.

Agustín Canapino, muy crítico del lastre en el automovilismo

GÉNESIS DE UN «PESADA» HERENCIA

Este sistema tiene como ventaja no atentar contra los desarrollos a fin de equiparar los rendimientos, agregando kilos a los vehículos de la marca ganadora y retirándoselos en el momento que deja de serlo”, certificó en una carta abierta a los medios Oreste Berta, fechada el 28 de febrero de 1990, cuando en la entonces Asociación Propietarios Turismo Competición 2000 (APTC2000) se analizaba implementarla en la categoría, buscando paridad entre los modelos de tracción delantera y tracción trasera, y que con el tiempo fue probando diferentes penalizaciones.

Sobre finales de la década del ochenta, varios se guiaban por las carreras de autos de turismo europeas, y se interesaban en las reglas del campeonato italiano, que era pionero con esta regla y penalizaba con 25 kilos por el primer triunfo; 20 por el segundo, y 15 por el tercero, pudiendo descargarlo si no se accedía a posiciones de vanguardia.

En nuestro país durante 1991 el reglamento de Turismo Carretera aplicó esa norma penalizando a cada ganador y Roberto Mouras fue el primero en cargar 15 kilos tras ganar en Santa Teresita con el Chevrolet que motorizaba Jorge Pedersoli;  a fin de año, Oscar Aventín se coronó por primera vez campeón con el Ford y contando con 75 kilos de lastre al obtener cinco victorias.

Este sistema fue «aggiornandose» con el transcurrir de los años, y motivó algunas especulaciones como las de Juan María Traverso que apelaba al recurso de eludir los puestos con el lastre y relegaba posiciones en las finales pero consolidando la suma de puntos fuertes con las series.

A partir de 1992 Turismo Nacional comenzó a experimentar esta modalidad. En esa temporada se reglamentó utilizarlo cuando se disputaban las carreras Súper Final que reunía a los mejores de cada clase en una prueba integral (2, 3 y Fórmula Sierra), penalizando con 20, 15, 10 y 5 kilos a los primeros.

En mayo de 1993 la Comisión Deportiva Automovilística del ACA autorizaba aplicar el lastre de performance por peso en la categoría TN y así en Clase 2 se penalizaba con 25, 15 y 5 kilos, y un máximo de 50 kg.; en Clase 3 se aplicaba 30, 20 y 10, respectivamente, con 60 kilos de tope. Para descargar, de menor a mayor escala, se debía clasificar en carrera a partir del sexto lugar, pero con la excepción que si el auto era desclasificado y excluído en la verificación técnica mantenía el lastre.

Con el transcurrir de los años se fue masificando esta normativa en cada categoría nacional y regional de nuestro país; una de ellas, el flamante Turismo Carretera 2000 implementó una penalización de 150 kilos durante el fin de semana para quien encabeza el campeonato (debe cargar 100 kg. en la primera carrera y 50 kilos en la segunda).

Durante las últimas tres décadas, tanto en las categorías nacionales como en las zonales, el lastre hándicap ha «maquillado» las carreras con buenas y malas experiencias, haciendo que el sistema ofrezca polémicas cada fin de semana ante la supuesta merma de rendimiento por cargar kilos y motivar el retraso de ciertos candidatos, en tanto otros lo aprovechan para figurar en posiciones de vanguardia, dando a entender que muchas veces no muestra la realidad, logrando que se cuestione si es viable ganar o no, para evitar el castigo por el éxito conseguido.

¿Ganar o no ganar? He ahí el dilema…

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