En menos de diez carreras en el Turismo Carretera, Marcos Quijada ya se ha hecho notar. Dos victorias en series (Calafate y Buenos Aires), una pole position y un récord histórico: haber marcado 224,739 km/h de promedio en el Oscar y Juan Gálvez, el más alto en autódromos en la historia de la categoría. Coqueteó con la victoria, y de no haber sido por cómo se decidió aquel penúltimo relanzamiento en la final, seguramente la hubiese obtenido. «Más allá del resultado, la carrera en Buenos Aires me da mucha confianza para las próximas cinco. No esperaba tener el gran fin de semana que tuve» reconoció en diálogo con Campeones.
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Luego, analizó la maniobra donde perdió definitivamente el liderazgo y terminó con la trompa de su Dodge herida, lo que le impidió volver a arrimarse al lote de punta. «Venía a fondo pero muy cómodo con el auto. En el relanzamiento imaginé que se definía ahí la carrera y por eso me tiré con mucha velocidad al interno. Doblé bien, y cuando fuimos a hacer el cierre hacia la izquierda entiendo que Álvarez se abre un poco de su línea y termino recibiendo un pontonazo. Si bien no fue fuerte, a 200 km/h se siente mucho más y por eso me termino descalzando. Por suerte aguanté bien el auto y no quedé cruzado, que hubiese sido muy peligroso»
A pesar de como terminó la carrera, el joven de sólo 20 años mostró templanza para retener el liderazgo durante buena parte de la competencia ante nada menos que 60.000 personas, que fueron testigo del gran manejo que exhibió y del increíble potencial que tiene su Dodge. Quijada valora el trabajo del Uranga Racing en ese sentido: «En el equipo me recibieron muy bien cuando llegué. Trabajaron en tiempo récord y me dieron un autazo, pero además rescato el grupo humano»
En esta primera temporada en el TC, ya transitó dos escenarios que no conocía, que fue donde curiosamente obtuvo la pole y sus dos victorias en series. A partir de ahora, todas las plazas pendientes en el calendario de la máxima ya son conocidas por el escobarense, que sabiendo el rendimiento de su Dodge se anima a ir por más: «Me encantaría poder lograr un podio, pero si no se da sigue siendo un año excelente»
Hace poco tiempo, Marcos recibió un duro golpe con la desaparición física de su papá Luis. Mientras peleaba con su enfermedad, acompañó a su hijo desde sus inicios arriba de un kárting con sólo cuatro años. «Venía conmigo a cada carrera y lo disfrutaba al máximo. Como no me daba la edad, pidió una autorización especial para que me suban de categoría y así poder verme en vida en un 125cc. Terminamos llegando al TC, así que sin dudas cumplió su sueño»