Cada fecha del Turismo Nacional tiene dos condimentos asegurados: la áspera lucha en la pista, con sus consecuentes cambios de posiciones permanentes, y las polémicas que se renuevan cada vez que un piloto decide resignar posiciones para no cargar lastre. No pocas veces, el gran activo que tiene la categoría -el espectáculo que brinda en ambas clases- se ve opacado por la controversia que se suscita con las estrategias de algunos pilotos a partir de un reglamento que alienta a ir contra el espíritu deportivo.
Los dirigentes de Asociación de Pilotos de Automóviles de Turismo (APAT) seguramente tendrán bien medidos los pros y los contra del sistema de lastre que -con pequeñas variantes a lo largo de los años- ya es un clásico de la categoría. Y muy probablemente el saldo sea favorable, lo que determina su continuidad, pese a la queja de algunos de los referentes que corren en la Clase 3 del TN.
Este sistema de lastre, que busca crear las condiciones para que haya diversidad de nombres en los puestos de punta, acostumbró a los seguidores de la categoría a ver pilotos que levantan para evitar cargar kilos extra. El argumento es que el lastre atenta decisivamente contra la competitividad del auto y, por ende, contra la posibilidad de sumar los puntos que se necesitan para pelear el campeonato, que suele ser el objetivo supremo.
De esta manera, con el sistema de lastre de 2023 es común -tanto en la Clase 2 como en la Clase 3- que pilotos como Leonel Pernía (en la división mayor) y Nicolás Posco (en la menor) levanten y busquen el 6º puesto -que otorga 17 puntos y no penaliza con kilos de lastre- cuando están peleando las primeras posiciones pero no tienen posibilidades de lograr la victoria, que se premia con 30 unidades y se castiga con 30 kilos extra.
Todo sea para pelear el campeonato. Para el cual se necesita sumar la mayor cantidad de puntos posibles. Puntos que están al alcance de la mano pero se resignan en pos de una apuesta a futuro que tiene como objetivo lograr mayores dividendos que los que se podrían obtener en ese momento. Esta paradoja tuvo un particular episodio el fin de semana pasado en San Nicolás (8ª fecha), en ambas clases.
En la división menor, Thiago Martínez (Ford Fiesta Kinetic) estaba 2º en la Final, aunque sin comprometer a Thomas Pozner (Peugeot 208), a la postre ganador. Esa posición lo convertía en el líder del campeonato de la Clase 2 por 1ª vez desde su llegada a la categoría, un puesto que ostentaba Nicolás Posco (Ford Fiesta Kinetic) desde la 3ª fecha (Paraná). Sin embargo, el santacruceño -que cargaba 45 kilos de lastre- decidió levantar para llegar 6º (resignó 9 puntos y evitó sumar 20 kilos extra) y quedó 2º en el torneo, a 4 unidades de su compañero de equipo en el Ale Bucci Racing.
Algo similar sucedió en la Clase 3 con Leonel Pernía (Ford Focus). Luego de una falla en el sensor de la leva que le impidió lograr su 2ª victoria del año, el piloto del MG-C Pergamino Competición se retrasó hasta el 5º puesto. Ese resultado le reportaba 19 puntos y lo depositaba en la cima del campeonato, con 1 unidad de ventaja sobre José Manuel Urcera (Ford Focus), el ganador en San Nicolás. Pero el “Tanito”, que corrió con 45 kilos de lastre, optó por no sumar 10 kilos más y en la última vuelta le cedió el 5º lugar a Mariano Werner (Toyota Corolla). Así, el tandilense quedó 2º en el torneo, a 1 punto de “Manu”.
La estrategia adoptada por Martínez y Pernía invierte el concepto de aquel célebre refrán que postula “pan para hoy, hambre para mañana”. Lo de los pilotos de Ford sería “hambre para hoy, pan para mañana”. El devenir del campeonato (quedan 4 fechas) y del juego de ajedrez que podría darse con otros rivales que se sumen a esta pelea por lograr la mejor ecuación entre puntos y lastre, dirá si la apuesta del santacruceño y el tandilense paga los dividendos esperados.
