La primera temporada del Club Argentino de Pilotos (CAP), categoría creada por Carlos Pairetti y que reunió a los ídolos del automovilismo a bordo de Datsun 280 ZX tuvo varios hitos, y uno de ellos fue el de recuperar circuitos o inaugurarlos con el fin de potenciarlos para otras actividades.
Uno de esos escenarios fue el circuito N°2 del autódromo de la ciudad de Rafaela, denominado con el tiempo «Ingeniero Juan R. Bascolo» que el CAP utilizó como alternativa al clásico óvalo, debido a una degradación de los neumáticos que hacía peligroso el tránsito a altas velocidades por los curvones.
El 25 de abril de 1982 se disputó la competencia en el óvalo de 4.692,46 metros, en la cual se corrieron dos mangas de 35 vueltas cada una, y el resultado final registró un empate en la suma de tiempos entre Ángel Rubén Monguzzi y Osvaldo «Cocho» López, que superaron al tercero Carlos Marincovich, con un promedio de 194,343 Km/h.
Ante los inconvenientes registrados en la carrera del óvalo, esto motivó que los directivos del Atlético Club de Rafaela, con Ero Borgogno al frente, evaluaran presentar el siguiente evento de la flamante especialidad en el novedoso trazado de 3.050 metros, con el uso del curvón norte, en sentido horario.
Quien se sintió a gusto en este escenario fue Guillermo Kissling, a la postre primer campeón del CAP. El ingeniero de Olivos consiguió ser el más rápido en clasificación (1m15s30, a 145,817 Km/h.), se impuso en la serie más rápida (la otra fue ganada por Roberto Pachelo) y venció en la final que se disputó el 26 de septiembre de 1982 sobre 13 vueltas, superando por 4s72 a Luis Rubén Di Palma y por 10s11 a Pachelo.
A partir de entonces y por varios años (recién en 1987 el TC volvió a pisar el óvalo pero ya con dos chicanas) el circuito N°2 rafaelino albergó competencias de CAP (cerró ese año el campeonato con triunfo de Di Palma); F2 Codasur y F3 Sudamericana; Fórmula Renault, TN y TC2000, convocando multitudes en cada evento.
Con el tiempo, el circuito fue modificado y se agregaron otras variantes tanto en la chicana de la recta como en la que se diseñó en el curvón cuando el tránsito volvió al sentido antihorario, pero sin perder su esencia de mantener un espectáculo atrapante viendo los autos rendir a pleno en cada sector.