Por Miguel Ángel Sebastián
El tema lo renovó el segundo lugar de Max Verstappen en el Gran Premio de Singapur. Ese segundo puesto, que además de reducir sus ilusiones a su quinto título mundial, estadísticamente representó su novena frustración por atrapar la victoria en la carrera que se disputa en el trazado callejero de Marina Bay.
Ese trofeo mayor que se llevó George Russell es el único que, por ahora, falta en las pobladas vitrinas del neerlandés, tomando en cuenta los actuales escenarios que transita el Campeonato Mundial de Fórmula 1. Verstappen tampoco acredita triunfos en los Grandes Premios de Eiffel, Europa, Portugal, Rusia, Sakhir, Toscana y Turquía, ausentes en el calendario y donde, salvo en la competencia rusa, Verstappen nunca participó en más de un par de ediciones.
Con sus flamantes 28 años, Max dispone de tiempo para cobrarse esa deuda con Singapur y emparejarse con la situación que Juan Manuel Fangio vivió en los 50, con circunstancias muy diferentes. En sus ocho temporadas en el Mundial, el Chueco largó 51 carreras correspondientes a 11 denominaciones diferentes de Grandes Premios. Venció en Alemania, Argentina, Bélgica, España, Francia, Gran Bretaña, Italia, Mónaco, Países Bajos y Suiza. Calendarios de 7/8 carreras, un tercio del actual, que jugaron a favor de Fangio.
Sólo le faltó el Gran Premio de Pescara, carrera que por única vez se disputó el 18 de agosto 1957, pero quedó en la historia por ser la que transitó el circuito más largo de todos los usados por el Mundial. Dicho circuito italiano tenía 25.579 metros, con dos largas rectas unidas por un sector sinuoso. Su peligrosidad hizo que Ferrari decidiese no participar. Sobre la Maserati, Fangio marcó la pole, pero con el quinto título asegurado dos semanas antes en Nürburgring, no le presentó demasiada oposición al ataque de Stirling Moss con el Cooper y se conformó con ser su escolta inmediato.
Los años posteriores, con el paulatino incremento de la cantidad y escenarios de las carreras, le dieron forma a particulares situaciones de campeones que encontraron en un determinado Gran Premio el karma de ver cerrada, una u otra vez, las chances de ganarlo. Por su historia, su entorno glamoroso y por ser la carrera que todos querían ganar, el Gran Premio de Mónaco resultó el más llamativo para la acumulación de fracasos de reconocidos campeones. No lo ganaron pilotos del nivel de Jim Clark, Emerson Fittipaldi, Nelson Piquet, Nigel Mansell , Mario Andretti y Alan Jones.
Patético fue el caso de Clark, sobresaliente figura de la dorada década de los 60, que en su década exitosa, amagó y amagó con cuatro poles consecutivas, pero al día siguiente por un motivo u otro, nunca pudo festejar en el palco real,
Como contraposición, su amigo Graham Hill fue el rey de Mónaco de los 60, con sus cinco victorias, pero no logró ninguna en las 17 ediciones que corrió en su Gran Bretaña natal. Otros reiterados vencedores en las calles del Principado también dejaron vacíos el casillero de la victoria en otras pistas. En diez carreras, el brasileño, Ayrton Senna, nunca subió al escalón más alto del podio en Francia, mientras que el Profesor, Alain Prost, no entregó clases ganadoras las 7 veces que participó en Detroit y Hungría.
Máximos ganadores de la Fórmula 1 como, Lewis Hamilton, Michael Schumacher y Sebastian Vettel tampoco se salvaron de tener en sus campañas una carrera que, reiteradamente, le dio la espalda a la hora del triunfo. El inglés lo padeció en 7 ocasiones en distintas ediciones del Gran Premio de Europa, Sebastian, en 9, en Austria y Schumi, en Turquía, en sus 4 intentos en esta carrera.
Y qué decir del vigente Fernando Alonso, dueño de la campaña más prolongada en el Mundial con 419 carreras, pero también, por esa extensa trayectoria, expuesto a marcas poco envidiables para un campeón, como haber corrido 20 veces en Bélgica, 17 en Brasil y Estados Unidos, y 14 en Abu Dhabi sin lograr triunfos. Estos, sí que son karmas para un piloto de su nivel. Igual, hasta fines de 2026, le queda un margen para eliminarlos.