Por Orlandos Ríos
Jack Doohan enfrenta el desafío arquetípico del rookie en Fórmula 1, exacerbado por estar en un equipo, Alpine, que ha tenido sus propias dificultades. Técnicamente, aunque ha habido «destellos de velocidad» y una mejora en sensaciones, los resultados tangibles no llegan. Es el peor de los rookies hasta este momento.
La comparación directa con su experimentado compañero, Pierre Gasly, es brutal y reveladora. Las 6 décimas de diferencia en Q2 en Bahréin y las 3 décimas promedio por vuelta en carrera son márgenes significativos en F1, dos accidentes y la falta de puntos aumentan la presión. Técnicamente, necesita trabajar en la consistencia, gestión de neumáticos y, sobre todo, en entender cómo extraer el máximo del coche vuelta tras vuelta, acercándose a la vara de medir que representa Gasly.
Desde la perspectiva del coaching, Doohan está bajo una presión inmensa. No solo por la exigencia intrínseca de la F1, sino por la comparación constante con Gasly y la presencia amenazante de un piloto reserva como Franco Colapinto. Las declaraciones de Doohan dudando de sí mismo en Arabia Saudí son una señal de que la presión está haciendo mella.
Como coach, el enfoque sería fortalecer su resiliencia mental y autoeficacia. Ayudarle a centrarse en su propio progreso, establecer objetivos realistas y alcanzables, y celebrar las pequeñas mejoras. Necesita construir una narrativa interna positiva, enfocándose en el aprendizaje y el desarrollo, y no dejarse consumir por la comparación externa o la especulación sobre su asiento.
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